Testimonios

Padre Juanjo Calles, Diócesis de Salamanca.

Doy gracias a Dios Padre por saberme en Sus manos, cada día, desde que me levanto hasta que me acuesto. Doy gracias a Jesús porque me ha llamado a compartir con Él “los duros trabajos del Evangelio”, (2 Tim 1,8). Doy gracias al Espíritu Santo porque me ha rodeado de una cadena de testigos-orantes que como Moisés en el monte me ayudan, cada día, a combatir contra Amalec, figura del Demonio, y vencerlo si estoy apoyado en la oración: “Sucedió que mientras Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec” (Ex 17, 11).

Estoy convencido que detrás de cada sacerdote hay un ejército de hombres y mujeres orantes que sostienen, acompañan, y defienden la labor ministerial y la salud espiritual del presbítero. Saberse arropado y acompañado, cada día en la tarea pastoral, por la oración silenciosa, de intercesión, de tantos ángeles, me ayuda a acometer las tareas ministeriales con renovada esperanza cada jornada.

Soy testigo de la fecundidad y bien espiritual que comporta la oración de intercesión de niños y jóvenes en favor de las intenciones particulares de los sacerdotes. Yo tengo mi orante personal, que reza por mí cada día, que presenta al Padre los proyectos pastorales que llevo en el corazón y que, de forma concreta, comunico a mi confidente orante para que interceda por mí ante el Padre del Cielo. Apoyados en esta invitación de Jesús: “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 19), los dos, mi joven orante personal y un servidor, unidos en la misma oración, con la misma pasión, hemos podido verificar en estos dos últimos años, cómo las peticiones concretas que hemos presentado al Padre, Él las ha llevado a término.

La oración es un arma poderosa que Dios Padre ha puesto en nuestras manos, que Jesús nos ha enseñado a practicar y que el Espíritu Santo nos susurra cada día como dulce huésped del alma. Sin oración no hay vida espiritual y sin vida espiritual no hay fecundidad ni santidad existencial. Sin oración no hay pasión y sin pasión, sin celo evangelizador, no hay misión. Todo lo contrario, sin oración, sobreviene, en la vida pastoral, la di-misión. La oración lo puede todo, tal y como Jesús nos ha asegurado: “Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Desplázate de aquí allá`, y se desplazaría, y nada os será imposible” (Mt 17, 20).

El ejército de niños y jóvenes que oran en silencio por las intenciones de sus sacerdotes son como el grano de mostaza, apenas es perceptible, pero tiene tal fecundidad que “cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas”(Mt 13, 32). Sí, son muchas las aves del cielo, las personas de nuestro entorno, que se están beneficiando de dones espirituales gracias a la oración de intercesión de este ejército de testigos-orantes. Doy gracias, yo también, al Padre por todos ellos y, especialmente, por mi ángel orante.

 

Mn Salvador Juanola, Diócesis de Girona

Estoy encantado con esta iniciativa. Me ayuda mucho y me anima en mi vocación y ministerio. Es precioso tener colaboradores tan simpáticos y esforzados. Ellos rezan, sus familias también, y realmente su oración se nota.

Además, es como haber ganado una nueva familia. Me siento exigido por su esfuerzo y entrega, pues son muy fieles, y realmente Dios les escucha.

También veo que Dios y la Virgen bendicen lo hogares donde se reza por los sacerdotes. Ellos rezan y rezan de corazón. Aprendo yo a pedir como un niño, y a poner mi vida en manos de Dios por la sencillez de un niño, y por lo tanto, como un niño.

Me ha ayudado a abrir un camino de humildad en mí y a valorar la oración recibida.
Estoy muy agradecido. Gracias a Dios y a todos los que promueven esta iniciativa. También a los 4 niños que rezan por mí.

Bendiciones.

 

Clara, Sant Cugat del Vallés. 11 años

Todo empezó el día 12 de Octubre de 2010, fiesta de la Virgen del Pilar, cuando mis padres nos explicaron a mis tres hermanos y a mí lo necesitados que están los sacerdotes de ayuda y oración. Nos contaron que una amiga suya había tenido una idea muy importante: que cada niño eligiera a un sacerdote, el que quisiera, para rezar por él y por la intención que éste deseara, y se comprometiera a hacerlo para todo un año. La idea, desde el principio, me pareció genial: seríamos como una especie de ángel de la guarda para el sacerdote, pero en niño; seríamos su “niño de la guarda”.

Todos los hermanos empezamos a pensar en los sacerdotes que conocemos y allí empezó el lío. Queríamos escogerlos a todos, ya que los queremos mucho, por todo el bien que nos hacen y lo mucho que recibimos de ellos.

Al final, nos aclaramos y yo escogí a Mossèn Alfons. Desde el principio, quise con mi oración devolverle toda la ayuda que de él he recibido. Así que lo llamé por teléfono y le expliqué el plan: desde ese día rezaría por él y por la intención que él me pidiera. Él pareció muy contento y me pidió que rezara por una intención muy concreta. Para no olvidarme nunca de la intención, decidí inventarme una oración:

“Señor mío y Dios mío, protege a Mn Alfons y que viva su misión sacerdotal con mucha humildad. También te pido por… (Aquí va la intención de este año que es secreta entre él y yo). Que todo sea según Tu voluntad”.

Cada mañana, en la Santa Misa a la que acudo con mi familia, rezo la oración. En el colegio, al visitar a Jesús en el Sagrario, rezo la oración. Por la noche, lo último que hago antes de ir a dormir, es acudir a los pies de la Cruz y rezar la oración.

Además, cuando rezamos el Rosario en familia, me gusta ofrecer un Misterio por
Mn Alfons y su intención. Mis hermanos hacen lo mismo con su sacerdote.

El pasado 12 de octubre de 2011 hizo un año que había empezado a rezar por Mossèn Alfons, así que lo llamé por teléfono para decirle si quería cambiar de intención. Me dijo que sí y también me dijo que estaba muy contento y agradecido de que me acordara de él.

Yo agradezco a esta amiga de mis padres la idea que tuvo porque creo que todos los niños deberían escoger un sacerdote para ser sus niños de la guarda. Ellos nos bautizaron, nos dan la comunión, nos confiesan y están siempre alegres y dispuestos a ayudarnos. Nosotros tenemos esta manera tan bonita y fácil de devolverles tanto amor.

 

Mn. Ignasi Condal Elies, Diócesis de Terrassa.

Actualmente hay tres niños que se han comprometido durante un año a rezar cada día por mí. Es una gracia, un milagro, me hace mucho bien saber que no todo depende de mí, que estoy sostenido por la oración, y por el amor de las familias y los niños. Dios nos da un oficio “espantoso” por su dignidad y por su grandeza, necesito pedir cada día la fuerza para cumplirlo.

Me ayuda también a ser más humilde y confiado porque los frutos de mi sacerdocio no dependen sólo de mi oración y esfuerzo y ya no me pertenecen, es una gracia de todos y de la comunión. Veo que los niños son los que acogen mejor el Reino de los cielos, que están muy cerca de Dios, por su sencillez, están abiertos a la fe, saben acoger…

Gracias niños, gracias familias… no dejéis de rezar.

Frase Yo Rezo